miércoles, 1 de junio de 2011

Aron Ralston. "NO HAY FUERZA MAS GRANDE, QUE LA VOLUNTAD DE VIVIR".

Me gustaría ocupar este espacio para contarles sobre Aron Ralston, un hombre apasionado por los deportes outdoors, quien sufrió un accidente que cambió su vida por completo.
Utilizando fuentes como el libro "Entre la Espada y la Pared", escrito por el mismo Aron Ralston, videos e información de diferentes páginas de Internet, les mostraré como fue este inolvidable día.

La mañana del sábado 23 de abril de 2003, sería un espectacular día para Aron Ralston de 27 años, amante de la naturaleza y las montañas, por lo que decidió tomar su bicicleta de montaña y dirigirse hacia las rocas de arenisca roja del Parque Nacional Canyonlands, en Utah.
Aron había realizado este recorrido un sin-número de veces, había subido a todas las montañas de Colorado que tenían más de 4000 m de altura, y a la mayoria de ellas había escalado solo y en invierno. En realidad ahora sólo se estaba entrenando porque tenía planes de subir a la montaña más alta de Norteamérica, el Monte McKinley, de más de 6000 m sobre el nivel del mar.








Esa mañana Ralston estacionó su camioneta junto al Cañón Horseshoe, tomó su bicicleta y empezó a descender por un camino rocoso. Sólo iba vestido con una camiseta y pantalones cortos, además llevaba una mochila donde tenía medio litro de agua, un botiquín de primeros auxilios, una imitación barata de navaja suiza, una filmadora y una cámara digital. En la mochila no llevaba chaqueta ni ropa adicional. Al hombro llevaba el equipo de cuerdas con las anclas y arneses necesarios para el descenso.

Avanzó en su bicicleta hasta donde le permitió el sinuoso camino, luego la aparcó para descender con cuerdas por los acantilados. Ya en medio de su descenso se encontraba en un espacio de un metro de ancho entre las dos grandes paredes montañosas y tratando de subir a una roca que estaba encajada en medio de ellas. Estaba ya trepado en la piedra y ésta parecía estable, cuando resbaló violentamente y su brazo derecho quedó atrapado entre la roca y la pared.

Después de la primera hora de permanecer atrapado, Aron se puso a pensar en las posibilidades que tenía, y de hecho la muerte, no estaba entre ellas. El gran problema era que Aron no había notificado a nadie su itinerario para esa mañana.
Ralston intentó infructuosamente mover la piedra jalando con cuerdas y anclas que lanzaba con su otra mano. Luego intentó romper la piedra con su navaja multiusos, pero tras pasar más de 10 horas astillando y golpeando la piedra, se dio cuenta que se agotaba más y sólo había logrado sacar polvo de la roca.

Al llegar la noche Ralston seguía tratando de liberarse cuando se dio cuenta del drástico descenso de la temperatura, y tuvo que aguantar el frío de la noche sin dormir, con la esperanza de ser rescatado al siguiente día.

En la mañana se alegró al escuchar helicópteros pasar por ahí, pero se volvió a preocupar cuando empezó a atardecer y no había señales de rescatistas. El domingo y lunes fueron un infierno porque empezaron los primeros síntomas de deshidratación y de hipotermia, ya que la luz solar apenas le llegaba por dos horas al día. El agua que había racionado por bocados se le terminaba.









El día miércoles no tuvo más opción que beber su propia orina que para el efecto había empezado recolectar el día anterior, después que se le terminó el agua.

Ya exhausto y sin esperanzas sacó su cámara de vídeo y grabó un mensaje de despedida para sus padres. Poco después con su navaja grabó su nombre en la piedra con su fecha de nacimiento y con la que él pensaba sería la fecha de su muerte, la de ese día miércoles 27 de abril de 2003. Luego se desvaneció en un profundo sueño.

La mañana del jueves, moribundo, Aron alucinaba. Curiosamente tuvo una visión de un niño de tres años que corría por un campo iluminado por el sol, y que era recogido por un hombre de un solo brazo. En un breve momento de lucidez, Aron sintió que esa era una visión de su futuro hijo corriendo hacia él, y en ese momento decidió sobrevivir.

Sabía que si quería salir vivo debería tomar medidas drásticas pero necesarias, y se dio cuenta que si no aprovechaba ese momento de extraña fortaleza, estaría perdido ya que nadie sabía de su paradero y los helicópteros de búsqueda hace dos días que ya no pasaban por el lugar.

Decidió amputarse el brazo derecho por debajo del codo utilizando la cuchilla de su navaja multi-herramienta. Consciente de que la hoja de la navaja no podría cortar los huesos, se los rompió con una piedra para facilitar el corte. Primero se rompió el hueso del radio que conecta el codo con el dedo pulgar, y luego se rompió el cúbito que es el hueso del antebrazo. Enseguida se hizo un torniquete sobre la parte que iba a cortar.

Empezó a cortar la piel, músculos y tendones, una labor demasiado difícil con una navaja sin filo. Para cortar los tendones utilizó aquella pequeña tijera que tienen esas navajas. Todo el proceso duró más de hora y media. Luego se aplicó alcohol y desinfectante que llevaba en su pequeño botiquín. Cuando por fin se hubo liberado, sabía que todavía tenía que caminar río abajo hasta encontrar ayuda.

A 5 km del lugar, una familia de turistas que habían ido a tomar fotos del cañón empezaba a retirarse del lugar, cuando a lo lejos les pareció escuchar una voz, pero no sabían de dónde provenía. Decidieron esperar un rato y al poco tiempo vieron a lo lejos a Aron que les hacía señas. En su estado, y con el brazo mutilado había caminado 5 km. Enseguida pidieron un helicóptero al 911 y lo llevaron a un hospital.

Los equipos de rescate estaban asombrados por la hazaña de Aron y coincidían en que tomó la decisión correcta, ya que al conocer el punto exacto donde se encontraba, se dieron cuenta que hubiera sido imposible encontrarlo desde un helicóptero, que de hecho fue lo que pasó.

Enseguida se envió otro equipo de rescate para recuperar el brazo y ver la posibilidad de reimplantarlo, pero fue imposible ya que no pudieron mover la piedra.

Fue una hazaña de mucho valor. Y el nos asegura que ese día no perdió un brazo, si no que ganó una segunda oportunidad de vivir.
Hoy en día, Aron Ralston sigue siendo escalador y montañista.




También salió la película "127 horas", protagonizada por James Franco, en la cual podemos ver con más detalle lo ocurrido ese día y todo lo que paso por la mente de Aron.

Espero que reflexionen mucho sobre esta historia y recuerden siempre tomar las precauciones necesarias al realizar deportes al aire libre.


"NO HAY FUERZA MAS GRANDE, QUE LA VOLUNTAD DE VIVIR", Aron Ralston.  

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