Eran las 5 de la madrugada cuando estaba levantándome para la gran salida del día. Nunca me había levantado tan temprano para salir a aventurar, pero debía hacerlo. Salida a terreno que debíamos hacer para una asignatura. El curso fue divido en cordadas, y en mi equipo estábamos Marcelo Armijo, Carlos Matus, Morris Garcés, Carlos Quintanilla (quien antes ya ha sido mi compañero de montañismo), y yo, Favio Carreño.
El objetivo era el Cerro Pochoco, ubicado en la comuna de Lo Barnechea en el sector El Arrayán. Este cerro es uno de los más visitados en santiago. Tiene una altitud de 1.804 msnm. En este cerro se encuentra ubicado el Observatorio Cerro Pochoco. Durante los últimos años, este cerro ha sido muy visitado por aquellos deportistas amantes de la naturaleza.
Uno de los aspectos más llamativos de este lugar es el conocido como el "Señor del Pochoco". El Señor del Pochoco, cuyo verdadero nombre es Hugo Ravera, es un personaje que ha subió miles de veces la montaña, siempre acompañado por los innumerables perros callejeros que merodeaban por el sector. Don Hugo desde hace años sube el Pochoco 3 veces por semana, muy temprano por la mañana. Hugo Ravera falleció en el año 2008, a la edad de 82 años. Una placa conmemorativa recuerda al "Gran Maestre de la Cofradía de los Bastones Rojos".
Nos juntamos con mis compañeros de cordada afuera de la Universidad de las Américas, en la Florida, y de ahí partimos hasta la plaza San Enrique en Lo Barnechea, donde nos reuniríamos con el resto del curso.
Eran las 07:00 hrs., y hacía mucho frío.
Una vez que llegaron todos, fuimos hasta el inicio de la ruta. Los colectivos que están en la Plaza San Enrique, pueden dejarlos en el inicio de la ruta. El pasaje tiene un valor de $1.500.
Llegamos al inicio, donde el profesor Juan Pablo Tobar, a cargo de la asignatura de Actividades Motrices y Medio Ambiente, nos dio las instrucciones de seguridad y la pauta que debíamos seguir para el cuidado del medio ambiente. Mientras estábamos ahí, notamos que mucha gente subía desde muy temprano el cerro, siendo día lunes pensamos que podíamos ser los únicos.
Una vez que cada uno dio su nombre de cordada y su grito de presentación, comenzamos la caminata.
La ruta puede ser muy confusa en algunas partes, por suerte los senderos están muy bien marcados para evitar perderse.
El inicio de la ruta es muy empinado, pero con mucho esfuerzo lograríamos llegar a nuestro objetivo.
Al principio íbamos junto al grupo que iba adelante, pero después, junto a mis compañeros Carlos Quintanilla y Carlos Matus, decidimos ir más al final, ya que habían muchos compañeros que estaban teniendo problemas en el ascenso y era buena idea ayudarlos un poco. Lo más importante dentro de estos deportes, es el Trabajo en Equipo y nunca dejar a un camarada atrás.
Como suele suceder en el Trekking, sin darnos cuenta, ya estábamos muy arriba y podíamos ver parte de la gran ciudad.
Luego de un ascenso un poco empinado, vienen unos senderos semi-planos y en curva. Nos encontramos con mucha vegetación en esas zonas.
Realizamos una parada para descansar unos minutos. Nuestro profesor a cargo, nos dio nuevas instrucciones, y nos dijo que nos tomáramos nuestro tiempo para llegar a la cima. Mientras estábamos ahí, pasaron 3 personas más en ascenso, quienes por su vestimenta y equipo se notaba que se dedicaban al deporte. A varios nos impresionó, lo mayor que se veían y aun así realizaban un ascenso no tan simple.
Nos preocupamos de que nuestra cordada estuviera en buenas condiciones y seguimos nuestro camino.
La cima estaba cada vez más cerca.
Con cada minuto que pasaba, nos podíamos conocer más y más con nuestro equipo. Podíamos apreciar un Santiago mucho más lejano, junto a su clásica nube de smog cubriéndola. Veíamos unos hermosos paisajes a nuestros alrededores.
Derrepente, frente a nosotros, nos encontramos con un camino muy rocoso y por los lados unas grandes rocas. Lo primero que pensé al verlas fue escalarlas, pero no contaba con mi equipo de escalada en ese momento. Ya nos faltaba muy poco.
Nuestro último esfuerzo. Ayudamos lo que más pudimos a nuestros compañeros.
Sin darnos cuenta llegamos a la cima. Satisfactoriamente, nos saludamos de manera tradicional con mi compañero Carlos Quintanilla, felicitándonos mutuamente por nuestro logro.
Hacía un poco de frío en la cima, debido al viento que había.
Comenzamos a tomar las fotografías correspondientes y a reunirnos como curso para las actividades. Algunos compañeros realizaron unos cantos para animar el momento, que de hecho, sí resultó.
Nos pusimos a observar en el lugar, cuando encontramos la placa conmemorativa a Don Hugo Ravera, el "Señor del Pochoco".
Luego de 1 hora aproximadamente, debíamos comenzar el descenso. Así que, nos tomamos las últimas fotografías en la cima del Pochoco para el recuerdo.
Justo en el instante del descenso, nos encontramos nuevamente a las 3 personas que iban subiendo cuando estábamos en el descanso. Se veían con mucha energía y muy seguros de si mismos descendiendo.
Fue un ascenso muy gratificante y satisfactorio. Nos sirvió a muchos para conocernos un poco más y para que el resto de nuestros compañeros tuvieran la oportunidad de conocer este deporte que no todos conocían o no habían tenido la oportunidad de probarlo. Aprendimos que siendo responsables y respetuosos con el medio ambiente, podemos tener una salida a terreno sin problemas ni inconvenientes, además de poner en práctica nuestros conocimientos adquiridos en la asignatura de Actividades Motrices y Medio Ambiente.
Favio Augusto Carreño Trejo
Guía Instructor de Montañismo y Escalada
Estudiante de Pedagogía en Educación Física, Universidad de Las Américas
precio de a entrada al cerro? porfaaa
ResponderEliminarEstimada, disculpe la demora, no había tenido la oportunidad de revisar el blog... La entrada al cerro es gratuita.
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